Cuántos de nosotros hemos comprado un libro o quizás leído uno de internet, escuchado un audio-libro con muchas expectativas de que ese libro haría una diferencia en nuestra vida, en algún espacio en particular, o nos hemos inscrito en un curso que cambiaria nuestras vidas. Quizás en nuestro desempeño laboral o en nuestra economía o en nuestro modo de relacionarnos con nuestra pareja o quizás con nuestros hijos.
Quizás buscábamos cambiar nosotros, tal vez un aspecto de nuestra vida que nos traía problemas, o un hábito que no nos gustaba o espacio en donde nos considerábamos muy buenos, pero queríamos esforzarnos en lograr más o dar más; pero luego de la lectura o terminada la actividad, algunas veces, logramos algún cambio, que tal vez logramos mantener por un tiempo, tal vez no… puede que la lectura o el curso hayan logrado impactarnos, pero no pasó del asombro del momento.
En lo general, son pocas las ocasiones cuando las personas consideran que un libro, seminario o video permitan cambiar nuestras vidas. Son pocas las veces, en relación a las potenciales oportunidades que eso realmente suceda. ¿Y qué hace la diferencia? ¿Qué marca el paso del asombro momentáneo a juzgar que eso fue una bisagra en nuestra vida? Lo que hace la diferencia es el uso que cada persona hace de lo que lee, observa, escucha y siente.
Lo que transforma un supuesto “aprendizaje en sabiduría, en poder personal o en competencia”, no es el conocimiento, es poner en práctica aquello que alguien supone haber aprendido (saber hacer). Hemos aprendido cuando hacemos uso de ese aprendizaje y lo aplicamos.
Cualquier aprendizaje, por pequeño que sea, transforma nuestra vida cuando tenemos la capacidad y la perseverancia de llevarlo a la práctica con esmero, dedicación y constancia. Será ahí entonces cuando sabemos y aplicamos realmente aquello que leímos o escuchamos. Es en ese momento cuando transformamos el saber en poder.
Te invito a que elijas un espacio en el que tengas un supuesto “saber” pendiente para transformarlo en saber de verdad. No importa cuánto tiempo ha pasado sin que acciones, ni cuánto tiempo te lleve hacer tuyo ese aprendizaje, porque el hacerlo no solo te hará sentir mejor contigo mismo sino que transformará como mínimo, un espacio de tu vida.